cuenca del Sogamoso, que estaban acabando
con las esperanzas de sus habitantes, por
distintos tipos de violencia y por parte de varios
actores. En esta historia, el imaginario del
desarrollo logró materializarse gracias al
desplazamiento, el despojo, el control social,
político y militar sobre las comunidades
ribereñas. Tanto el conflicto armado como el
extractivismo necesitaron despojar para
acumular
L
El Tiempo, viernes 24 de septiembre de 1965, p. 5
(…) aunque las tendencias de producción de la empresa (Ecopetrol) han mejorado recientemente, es necesario que incremente fuertemente sus actividades de exploración para tratar de hallar nuevas estructuras productoras y lograr así elevar sus metas de producción (...) en materia de refinación la Empresa ha hecho estudios preliminares relacionados con la instalación de una refinería de 30.000 barriles diarios; es absolutamente indispensable acelerar los estudios y la construcción de esta refinería para que pueda entrar en actividad en 1964 o en 1965.
Plan Nacional de Desarrollo, 1961.
La represa, además, es un ejemplo de la naturaleza como botín del conflicto, pues fue a partir de haberla usado como escenario de guerra que se logró vaciar el territorio lo suficiente para instalar este megaproyecto. Por esto, actores armados y no armados prepararon la zona para la llegada de la represa y lo hicieron transformando la tenencia y uso de la tierra por medio del desplazamiento, despojo y otro tipo de violencias.
Se destaca también un elemento muy importante de la naturaleza como víctima del conflicto armado interno: las comunidades ribereñas explican que cierta facilidad para la implantación de proyectos extractivos, por ejemplo la entrada de Hidrosogamoso, está relacionada con la potrerización y concentración de la propiedad de la tierra. Desde el Movimiento Ríos Vivos, Juan Pablo Soler indica que esa situación se reflejó en que no hubo un imaginario geográfico concreto que expresara la voluntad de defender muchas zonas, dejándolas inermes, como la gente, frente al despojo y explotación: “como muchas de esas comunidades fueron desplazadas, los territorios quedaron sin una cosmovisión campesina que defendiera el río, que procurara la no intervención de los caños, la sedimentación no tuvo enemigos, no hubo voces que pelearan por los cursos de los ríos” (2019).
El ELN siempre tuvo una tendencia a confrontarse a (sic) las grandes multinacionales y tuvo una disposición a impedir el despojo de los recursos. Siempre estuvo del lado del desarrollo local y el aprovechamiento de los recursos con racionalidad. Siempre estuvo de acuerdo en construir la política del desarrollo, se relaciona con empresas y les dice que no se niega al desarrollo de la economía, sino que se niega al despojo y al saqueo, a la imposición unilateral de este tipo de explotaciones sin consultar con la gente del territorio. Y como último, el concepto del desarrollo no es para desarrollar la empresa a costa del deterioro del territorio.
Carlos Velandia, 2020.
La zona quedó marcada por historias de sangre, miedo y muerte ligadas a las cruentas persecuciones contra los movimientos sociales y sindicales y a sus resistencias heroicas.
Escuela Nacional Sindical, 2015.
“(...) pasó un tiempo y la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, Anuc, nos colaboró con el Incora para que nos hicieran una visita y declararan este predio como de extinción de dominio y posteriormente fuera adjudicado a los nuevos ocupantes. (El Incora) midió tierras, algunas de 10 hectáreas, otras de más, se hizo el loto donde se construyó la casa de la cual sacamos título. Como teníamos tanto niño pequeño, la Pastoral Social de Barranca nos mandó un profesor y construimos un rancho para que allí recibieran clase. Luego hablamos al municipio de Betulia para que nos diera materiales para construir la escuela que vimos hoy, que es en material, tiene vivienda para el educador, dotada de libros, computadores, nevera, televisor, grabadora, estufa, agua propia, útiles de cocina, botiquín. Esta escuelita ha tenido más de 25 alumnos por año.
Bencelardo Rodríguez Gallo, s.f., antes de la inundación de La Leal.
Estos procesos no se dieron de forma pacífica, por el contrario, se encuentran múltiples testimonios sobre la represión por parte del Gobierno y la fuerza pública, todo ello en el marco de la contrarreforma agraria que impulsaban grandes terratenientes y ganaderos, como narraban los campesinos que participaron en recuperaciones de tierras en Puerto Wilches: “ocupamos el predio y fuimos reprimidos duramente por la policía y el Ejército, por órdenes del alcalde, que a la vez seguía las del presunto propietario de la tierra. Nos encarcelaron y nos abrieron proceso por invasión de tierras” (Movice, s.f.).
Los campesinos tienen que ir en la fecha que ellos [el Ejército] establecen, así se retarden un día tienen que pagar la multa. Las cosechas se pierden porque a quienes llegan de afuera los abusan y les impiden trabajar expulsándolos o dejándolos detenidos (...)
El sargento Gallo y el capitán Peña están encargados de torturar, el comandante del Batallón, coronel Torres, allí el sábado, vendaron a todo el mundo, los uniformaron, les entregaron armas, les fotografiaron: los dejaron ocho días sin comer, en pie de día y de noche. Al presidente de la Junta de Acción Comunal de Puerto Araujo le dio puños el sargento Gallo en el día y la noche. Lo soltaron sin decirle nada.
Movice, s.f.
Aunque debilitada por la violencia y por las políticas regresivas del Estado, a la efervescencia popular que generó la ANUC, se sumaron las huelgas obreras que cada vez lograban mayor alcance nacional. En ese marco, la USO fue un actor fundamental. De las múltiples movilizaciones que convocaron, en esta época fue emblemática la huelga nacional de 1973, que tuvo una importante participación de los trabajadores del sector petrolero de Barrancabermeja, quienes además lograron que otras agremiaciones se unieran a esta protesta en busca de la “buena explotación del ambiente”. La fuerza que habían logrado sindicatos como la USO, Sinagrapetrol, el Movimiento Obrero, Campesino y Popular de Sabana de Torres y el Sindicato de Palmeros, llevó a numerosos despidos, amenazas y violencia contra los trabajadores
Este contexto de conflictos agrarios y laborales estuvo atravesado por los actores armados ilegales y legales que estaban disputándose el control territorial de la cuenca del río Sogamoso. Para la década de los 80, la expansión territorial de las FARC, el ELN y el EPL encontró un freno en la ofensiva contrainsurgente que nació en el sur del Magdalena Medio y empezó a desplegarse hacia el norte de la región.
Los excesos cometidos por los actores armados y la situación de indefensión de las víctimas, obligaron a que, en 1985, se conformara la Comisión de Derechos Humanos de la Procuraduría General de la Nación, la cual empezó a recopilar toda la información disponible sobre desaparecidos en Colombia. Con ello se trató, hasta cierto punto, de medir los alcances de la violencia cometida contra diferentes sectores sociales, como el sindical. Para este caso en particular, según funcionarios del Ministerio Público, la mayoría de los eventos se referían a homicidios y hechos de violencia en contra de dirigentes sindicales y demás activistas de base.
Fuente: Castaño, 2015, p. 44 y 125
andaban con el ejército y la policía y uno no
lo veía mal, no parecía ilegal”.
Claudia Ortiz, 2021
La desinstitucionalización de la lucha contrainsurgente se produce cuando la población civil es involucrada en el conflicto armado a través de la autorización e incentivo para crear grupos paramilitares dentro del marco legal vigente desde los años sesenta: el Decreto 3398 de 1965 y la Ley 48 de 1968. Se trató de un momento histórico que, según señala el investigador Andrés Dávila, se puede catalogar como “subordinación obligada” y “autonomía clandestina”.
CNMH, 2015
Con este marco normativo, el Gobierno de Lleras Restrepo incentivó y, de cierto modo, autorizó la creación de grupos paramilitares para que operaran de manera similar a las fuerzas armadas, pero sin ser parte de ellas.
El foco de acción de estos grupos de autodefensa, en alianza con la fuerza pública, fue la población civil y, principalmente, las expresiones organizativas de base. Por ejemplo en la cuenca baja del Sogamoso se afectó directamente al Sindicato Agrícola de la Zona Petrolera de Ecopetrol, Sinagrapetrol.
En noviembre de 1964, su Asamblea General denunció que: “en los actuales momentos se vive un ambiente de continua incertidumbre motivada por la insistente actividad de las fuerzas armadas que andan por carreteras, caminos, cementeras, casas de familias, en los pueblos cercanos de nuestras regiones, exigiendo el sometimiento de los campesinos a una serie de requisitos como salvo conductos y otras obligaciones (...) mortificante movilización de la fuerza pública, de personal de detectives encargado de denunciar a campesinos injustamente (...)”.
Movice, s.f.