Historia Capitulo 4
1982 comandados por Isidro Carreño, antiguo
inspector de policía en el municipio de San Vicente.
Más que un grupo, se trató de un modelo armado que
sirvió como mecanismo de autodefensa de
ganaderos, terratenientes y empresas extractivas que
estaban siendo foco de las acciones de la guerrilla, ya
fuera por el ataque militar a sus instalaciones, como
por la toma de haciendas a la fuerza para la
parcelación y la entrega de estas a colonos, para el
establecimiento de reasentamientos que esperaban
fueran base social para su lucha insurgente.
EXTIENDE COMO MANCHA DE PETRÓLEO
E
“¡Eso fue una guerra muy arrecha! Al mirar atrás muchas veces nos preguntamos cómo logramos sobrevivir a todas estas cosas”.
Movimiento social en defensa de los ríos Sogamoso y Chucurí, 2018.
Al tiempo que estaba la guerrilla en el territorio, en los 80 llegaron también los paramilitares y empezó la pelea entre esos dos bandos por el territorio. Quedó la comunidad, los campesinos y pescadores en la mitad de ese conflicto. A finales de los 90 ya se podía ver que los paramilitares tenían más control del territorio, en acuerdo con el Ejército, pues, hasta se comprobó que los militares entrenaban a los masetos en los batallones de la zona. ¡Eso fue una guerra muy arrecha! Al mirar atrás muchas veces nos preguntamos cómo logramos sobrevivir a todas estas cosas.
Movimiento social en defensa de los ríos Sogamoso y Chucurí en Santander, 2018.
empiezan a concentrarse en la cuenca baja del
Sogamoso por la llegada de los paramilitares
desde Puerto Boyacá y el sur del Cesar.
Por un lado, los paramilitares impusieron “barreras de contención”, como en el caso de San Luis, donde hubo épocas en las que prohibieron totalmente la pesca, con excepción de los horarios específicos en los que autorizaban que la gente transitara el territorio. Las personas ya ni siquiera eran dueñas de sus actividades productivas. Como cuenta Blanca Nubia Anaya, “siempre existe gente terca” que quizás no creyó que estas advertencias fueran a ir tan lejos y menos pensar que por querer ir al río por unos cuantos bocachicos algo pudiera pasar, así que desafiaban la orden de los paramilitares para ir a pescar: “entonces alguien salió de allá y ellos estaban afuera con la linterna y cuando los vieron les gritaron ‘ustedes que se van y les rellenamos la canoa a plomo’ entonces les tocó acercarse a la orilla. Los interrogaron y los agarraron, los voltearon y les dieron. (...) Eso fue para que los otros aprendieran”.
Por su parte, las guerrillas como las FARC establecieron límites a la frontera agrícola:
Se trazó en el año 89 la franja amarilla que delimitó el territorio donde se podía trabajar en común acuerdo con organizaciones sociales y juntas de acción comunal. Se creó un libro donde se delimitaba tanto el terreno como la tala de árboles, la minería y se fijaron algunos derroteros de las líneas generales del trabajo y las líneas que teníamos nosotros que cumplir como combatientes del cuidado del medio ambiente (...) También teníamos reglas en el río Sogamoso, el río Lebrija, el Magdalena.
Excomandante de las FARC en Santander, 2020.
Las Farc obligaron a los pescadores a organizarse. La guerrilla indujo a que en todas las comunidades de pescadores tenía que crearse, tenía, no debía, crearse un comité de pescadores Ese comité de pescadores era para cuidar la ciénaga, para ordenar, para poner normas que hicieran respetar las playas, todo eso. Eso era lo de frente, pero en el fondo para ellos era tener control del territorio y saber quién entraba y quién salía; sí, saber eso era el propósito más importante de ellos.
Taller de memoria, Bucaramanga, 2012. Citado en CNMH, 2014.
Resulta destacable que las normas supuestamente ambientales de los grupos armados se aplicaran sobre las actividades que generaban menores repercusiones ambientales y territoriales en comparación con los proyectos extractivos, sobre los cuales recae la responsabilidad de los grandes conflictos socioambientales e impactos a la naturaleza, el territorio y las poblaciones. En ese sentido, los actores armados no estuvieron nunca en oposición a la visión desarrollista o a los megaproyectos, ya que su imaginario, en el fondo, era similar al de las grandes empresas, en cuyo marco la naturaleza es botín al servicio de quien pueda quedarse con él.
Es importante notar que los “controles ambientales” de los grupos armados, si bien pudieron generar algún tipo de impacto positivo en la protección de la naturaleza al mantener, por ejemplo, algún nivel de presencia de peces en el río, no tenían como finalidad su protección, sino el interés y necesidad de controlar a las poblaciones, en el marco de su estrategia militar y de posicionamiento en la cuenca como escenario de la guerra. Por lo tanto, se trata de una expresión del conflicto armado interno que no convierte a la naturaleza en beneficiaria de la guerra, pues entender el resultado de una acción violenta como una ganancia para las víctimas en este caso la naturaleza como escenario, botín y víctima de la guerra, le otorga a esas acciones violentas y a quienes las cometen una benignidad de la que carecen
Incluso la prensa apoyaba la estigmatización afirmando “que las movilizaciones campesinas de Santander no eran sociales sino políticas, y que detrás del movimiento campesino se encontraban las organizaciones insurgentes” (CCEP, 2017) y se aseguraba que, “entre las peticiones contenidas en el extenso pliego que será entregado figuran puntos idénticos a los reclamados por el ELN en reciente declaración, como la eliminación de los contratos de asociación para la explotación petrolífera” (El Tiempo, 1987).
pues el silencio y el miedo todavía
dominan el episodio.
Todavía no es claro cuántos muertos fueron tirados a Hoyo Malo. Los chucureños dicen que son 50 y algunos se aventuran a decir que hay hasta 100. Otros, incluso afirman que allí han lanzado personas vivas en este hueco natural de 70 metros de diámetro y más de 100 de profundidad ubicado en zona rural de San Vicente de Chucurí. A la fecha, no se sabe cuánto de este lugar es mito y cuánto es realidad. Lo cierto es que el 22 de abril de 1989 el país y el mundo entero conocieron lo que para los chucureños era un secreto a voces, que en Hoyo Malo había una fosa común al pie de la carretera, a la vista de todos. Que a Hoyo Malo muchos llegaban, pero no todos regresaban.
Unidad Investigativa Vanguardia, 2019.
Lo ocurrido en este lugar es un claro ejemplo de cómo la naturaleza no solo es escenario de acciones violentas, sino también víctima de la guerra, por la estigmatización que sufren ciertos lugares por los que ya no se quiere o puede pasar, porque en últimas el río, sus cuevas, sus animales, sus aguas, acaban siendo vistas o convertidas en testigos silenciosos y obligados de actos criminales, cómplices de la violencia, como si fueran reclutados de manera forzada para tomar partido por los victimarios.
El 10 julio de 1988 los señores Luis Emilio Fandiño Rueda y Daniel Uribe Corredor fueron detenidos y torturados por un grupo de militares (…) en El Carmen de Chucurí. Luego de la aprehensión, las víctimas fueron conducidas a la Base Militar de San Vicente; en su permanencia en las instalaciones militares fueron torturados con amarradas durante 10 horas sin darles agua o alimentos, y además coaccionados a abandonar la región bajo amenazas de muerte. El 20 de julio de 1988, catorce campesinos serían asesinados por paramilitares miembros del Comando (paramilitar) coronel Correa Campos en la vereda Tres Amigos, en El Carmen del Chucurí. La mayoría de las víctimas habían participado en las marchas campesinas de mayo de 1988, varios de ellos miembros de una misma familia.
Daniel Ferreira, 2018.
Las denuncias contra el coronel Correa Campos y el Batallón no solo han sido hechas por las propias víctimas y las organizaciones populares, sino también por personas como el sacerdote jesuita y miembro del PDP, Floresmiro López Jiménez. Mientras tanto, el Ejército presume de los logros del Batallón D’elHuyar, que consiguió conquistar para la Nación a la naturaleza como botín de guerra, cuando afirma que sus acciones sirvieron específicamente para la implantación de proyectos extractivos, específicamente para la operación de Hidrosogamoso:
El desarrollo de operaciones militares y trabajos de acción integral y desarrollo en la región, así como los trabajos realizados por los soldados desminadores, permiten hoy brindar un respiro de paz, tranquilidad y desarrollo en una región que en otrora fue epicentro del conflicto armado y que gracias al trabajo articulado con la comunidad y demás autoridades civiles y territoriales, hoy dan cuenta de un territorio turístico que cuenta además con un desarrollo económico cada día mayor.
Hoy 37 años después, esta unidad se distingue por sus invaluables servicios y procura de la paz en toda la región, preservando no solo la seguridad de sus habitantes, sino además la Hidroeléctrica de Isagén, también conocida como Hidrosogamoso, uno de los activos estratégicos más importantes para Colombia, que produce el 10% de la energía eléctrica para el país.
Segunda División del Ejército, s.f.
Además de que estos convenios son un mecanismo de privatización de la fuerza pública amparados en la noción de seguridad nacional, en ocasiones se desvían de su propósito inicial e incluso sirven para financiar otras prácticas que pueden derivar en violaciones de los Derechos Humanos
En la gráfica se observa que el desplazamiento en la cuenca del río Sogamoso empezó a aumentar en 1985 y tuvo un primer pico en 1988; el aumento se mantiene con relativa continuidad hasta 1998 cuando sube de nuevo hasta 2000-2001, cuando se da el segundo y mayor pico de desplazamiento en la cuenca. Posteriormente se reducen en alguna proporción, aunque se mantiene alto hasta 2016. Los municipios más afectados por el desplazamiento forzado se encuentran en la cuenca baja del Sogamoso: Barrancabermeja, Puerto Wilches y San Vicente de Chucurí.
Fuente: Elaboración propia con datos de la UARIV (2020)
La gráfica muestra los principales responsables de las desapariciones forzadas reportadas en la cuenca del río Sogamoso entre 1958-2015. Sin duda resalta la participación del Ejército Nacional y de las AUC, quienes, para el momento del mayor pico de desaparición forzada en la cuenca (1998-2003), controlaban la cuenca media y baja del río, donde se concentraron estos hechos.
Fuente: CNMH, Bases de datos, Observatorio de Memoria y Conflicto, fecha de corte: 15/09/2018
Hay que tener en cuenta que el desplazamiento forzado es un hecho que se presenta como consecuencia de otras modalidades victimizantes que los preceden y acompañan, con el fin de profundizar su impacto en la población, incrementar el miedo y la zozobra, y con ello lograr el éxodo de la población que deja a su paso tierras vacías. Las masacres, la desaparición forzada, la violencia sexual, la tortura, las amenazas, el secuestro, el reclutamiento forzado, los asesinatos selectivos, y las minas antipersonal en la cuenca del río Sogamoso fueron parte de una estrategia de desplazamiento, en tanto todos los actos de violencia se constituyeron en un mensaje imponente que buscaba que las víctimas abandonaran el lugar que habitaban. El desplazamiento fue, tanto en la cuenca como en el país en general, el principal hecho victimizante que hizo de la naturaleza el escenario, víctima y botín de la guerra.
Durante casi 20 años, San Vicente parecía no tener habitantes propios. En parte, por el mal funcionamiento del Hospital San Juan de Dios, pero también porque los padres no querían que sus hijos fueran registrados como originarios de este lugar, “pues decían que el pueblo era guerrillero”. Eso explica por qué en las cédulas de muchos jóvenes el lugar de expedición corresponde al puerto petrolero de Barrancabermeja a Bucaramanga, la capital departamental.
Verdad Abierta, 2016.
(...) el río fue una vía para transportar la gasolina. Ellos hacían unos ‘vikingos’ o ‘bolis’, unas cosas de un caucho muy fuerte y las llenaban. Las pimpinas también las llenaban con el producto; arriba por allá decían que había una “llave”, la llenaban; allá arriba había era paracos armados los que vendían eso y allá pagaban. Ahí la gente se venía por el agua (cuando eso el río tenía mucha agua), entonces cundían esos aparatos y se venían con la canoa, bajando con el motor apagado y por debajo del agua, con esos ‘vikingos’. Ellos bajaban hasta cierta parte, ahí la amarraban y ya después lo sacaban a lo seco y ahí distribuían el combustible, (…) por la vía en carros, carro tanques y camiones ganaderos que tenían camuflados y en esos echaban cantidad de combustible para otra parte.
Blanca Nubia Anaya, 2020.
Talamos árboles y amarramos canecas de combustible en estos troncos, entonces las canecas se hundían y estos troncos flotaban en el río; después los pelados sacaban las canecas y así recuperábamos el combustible, pero obviamente éramos consciente del daño ambiental que estábamos causando. O los famosos ‘bolis’, unos empaques gigantes que los taponábamos y enmallábamos y los tirábamos al río, mandábamos a un campesino, un pescador en una canoa, pero en realidad iba detrás de los bolis, para más adelante recoger 1000-3000 galones de gasolina y así la fuerza pública y las mismas pirañas que estaban cuidando los ríos no se daban cuenta.
Excomandante del Bloque Central Bolívar de las AUC, 2021.
En un principio, fueron las guerrillas quienes se beneficiaron del hurto de la gasolina, que se insertó bien en su economía basada, fundamentalmente, en los impuestos extorsivos a empresarios de la cuenca.
Cada uno tenía fuentes de financiación diferente, el ELN manejaba sindicatos y hurto de combustible, las FARC y el EPL se dedicaban al negocio del comercio, el puerto y el narcotráfico. El ELN no tenía una estructura dirigida por ellos, sino le llegaban bandas dedicadas al hurto del combustible que le pagaban un impuesto semanal, pero les decían que no solo pagaban el impuesto, sino que ponían a trabajar gente de la zona con radios y con armamento, para la seguridad de cuando se hurte el combustible.
Excomandante del Bloque Central Bolívar, 2021.
Con la llegada de los paramilitares el sistema cambió. Cuando las Autodefensas de Santander y Sur del Cesar (Ausac), comandadas por Guillermo Cristancho, alias ‘Camilo Morantes’, incursionaron en Lebrija, empezaron a extraer directamente el hidrocarburo. Así, para finales de los años 90, las AUC se consolidaban como las principales responsables del tráfico de combustible hurtado en Santander.
Verdad Abierta, 2012.
Nosotros eso (de la gasolina) lo heredamos, porque cuando llegamos a Barranca ya lo hacían, solo que las FARC, el ELN y el EPL que vivían en la zona, se lo disputaban los tres.
Excomandante del Bloque Central Bolívar de las AUC, 2021.
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Estaban los paramilitares, la Policía y gente de todas partes. Unos llevaban gasolina al Batallón, la Policía para Zapatoca, El Carmen... Era impresionante. Por mi trabajo yo los escuchaba y unos vecinos estaban metidos en eso. Era difícil no verlos pasar, eran caravanas de camionetas principalmente, donde cargaban bastantes pimpinas. En sectores como La Playa utilizaban el río para mover la gasolina. Uno lo naturaliza viendo a los militares y la policía involucrados en ello. Entre la legalidad y la ilegalidad no se puede decir que hubiera diferencias.
Claudia Ortiz, 2020.
En Ecopetrol siempre se ha hurtado combustible desde adentro, con los camaradas, los paracos, con equis, con ye. Es muy difícil controlarlo y la excusa es que por el calor de esas zonas el combustible se evapora. Mientras que nosotros teníamos que montar y articular todo un esquema para robar una mula, en Ecopetrol llegaba una, la llenaban y decían despáchenla a la estación de servicio del señor Pedro Pérez. Entonces llaman al camarada y le dicen que ya no pueden justificar los 50.000 galones robados entonces necesito que me vuele el tubo en tal sector para legalizar los 50.000 más otros 100.000 que ya tengo vendidos, ¿y por qué en una fuente hídrica? Porque así los que hacen la recuperación del combustible no lo pueden cuantificar, por eso no lo hacen en un sector seco. Pero 85 cuando se han robado 200.000 galones más los 20.000 que se regaron, pero no se pueden medir esos porque ya se fueron por el río entonces dicen ahí está la pérdida. Aún lo siguen haciendo, bien, están legalizando sus 50.0000 galones por los afluentes hídricos que nadie puede sacar una ecuación y decir que es tanto, en la tierra sí.
Excomandante del Bloque Central Bolívar de las AUC, 2021
Nos compraban ACPM y gasolina, pero llegaban personas de Bogotá, de la costa que nos decían que utilizáramos el tubo para pasar Varsol, que me tenían el negocio para venderlo en Bogotá. Cuando lavan el tubo, tiran el crudo y le pasan un disolvente, eso es varsol más concentrado. Otros, que el negocio para que vendan el gas, otro que tenía el negocio para vender el crudo a Barranquilla, Santa Marta y Cartagena para los buques, que vendiéramos el JP que es la gasolina de aviones, entonces creamos toda una infraestructura.
Excomandante del Bloque Central Bolívar de las AUC, 2021
Lo anterior pone en evidencia que sin el involucramiento de esos actores, sin la permisividad y participación de la fuerza pública y sin la existencia de una demanda de empresarios y comerciantes, el Cartel de la gasolina no había llegado a convertirse en la principal fuente de financiación del paramilitarismo en la cuenca del Sogamoso. Además, este cartel estableció un engranaje que pocos años después serviría para la consolidación del Cartel de la droga en el río Sogamoso. Esa arquitectura de financiación del paramilitarismo se alimentó también de posibilidades de lucro que brindaban otras economías legales.
Nos servía que llegaran empresas que le inyectaran capital a la zona. (...) Si llegaba una empresa y le daba trabajo a la gente de la zona, nos fortalecíamos. Independientemente si era Isagén, Ecopetrol, Indupalma. Si llegaba a la región, a veces se negaban que porque eran políticas de la empresa y se les decía pues paran la construcción y a quien esté ahí lo matamos. A los dos, tres días nos buscaban los ingenieros de la obra, que los dejáramos trabajar, se les decía y terminaban accediendo a nuestras peticiones. Eso era lo que hacíamos.
Excomandante del Bloque Central Bolívar de las AUC, 2021.
Las disputas por el control de este lugar estratégico entre actores armados convierten al territorio en escenario del tráfico de estas mercancías e insumos. En esas disputas el fin es quedarse con el botín, por lo que se necesita mantener el control, no solo del petróleo y la gasolina, sino también de otras economías del paquete extractivista como la ganadería y la palma.